Durante los últimos veinte años la consolidación del movimiento LGBTIQ+, que hoy tiene un gran potencial de movilización y organización, ha llevado a la conquista de espacios donde las personas con orientaciones sexuales y de género diversas históricamente han sido una población excluida de la participación política electoral en Colombia.
Las elecciones legislativas del 13 de marzo de 2022 fueron un hito para la población diversa. Por un lado, hubo 26 candidaturas abiertamente LGBTIQ+, que representan un aumento del 85,7 % de participación en comparación a las catorce del 2018. Esto llevó a que, por primera vez, estas personas vayan a ocupar siete curules en el Congreso: una senadora y seis representantes a la Cámara.
Angélica Lozano (Alianza Verde) repite su curul del Senado. Las otras seis personas son Susana Boreal (Pacto Histórico), quien ganó un escaño en la Cámara de Representantes por Antioquia; María del Mar Pizarro (Pacto Histórico), en la Cámara por Bogotá; Andrés Cancimance (Pacto Histórico), quien llegará a la Cámara por Putumayo; Carolina Giraldo (Alianza Verde) y Alejandro García (Alianza Verde y Polo), por Risaralda, y Tamara Argote (Pacto Histórico), quien es la primera persona no binaria en llegar al Congreso de la República, estará en la Cámara por Bogotá.
Este Congreso 2022-2026, que se posiciona como el más diverso en la historia del país, representa una ampliación del espectro democrático. Alejandro García, representante a la Cámara por Risaralda, lo celebra, pero resalta que “todavía faltan identidades en este espacio de representación y se tiene que velar por construir espacios seguros para pensarnos la diversidad y cuestionarnos cómo integrarla a nuestras vidas desde el ejercicio de la ciudadanía”.
Más allá de ganar visibilidad, esta nueva corporación tiene una responsabilidad de hacer control político a promesas que llevan años esperando a ser resueltas, como, por ejemplo, la Política Pública Nacional LGBTIQ+.