Futbolistas y directores técnicos que reanudaron este fin de semana la
competencia oficial en la Bundesliga coincidieron en señalar que
sintieron nostalgia por los hinchas, que disputar los partidos a puertas
cerradas no fue lo mismo, que el fútbol deja de ser un integrador
social.
El regreso a la actividad en Alemania, mientras en otros países europeos
se pulen los protocolos para que la pelota empiece a rodar en junio,
estuvo fuertemente condicionado por las necesidades de los clubes de
seguir contando con los ingresos por derechos de televisación.
En la Bundesliga, las entidades ya cobraron toda la temporada, pero si
no completan las nueve fechas que restaban desde la cancelación por la
pandemia del coronavirus debían devolver 300 millones de euros.
Grupos de hinchas de diversos clubes europeos, organizados para elaborar
un manifiesto titulado «Paren el fútbol, no hay fútbol sin hinchas», se
resisten a convertirse en meros telespectadores, se oponen a que la
industria se vuelva a poner en marcha sin que se los tenga en cuenta
como actores presenciales en los estadios. Y exponen que «el negocio del
fútbol» los deja de lado.
Esos simpatizantes disconformes ocupan los sectores populares en los
estadios y comparten tendencias políticas: son de izquierda y proclaman
consignas anticapitalistas. En el estadio de Colonia, que este domingo
recibió al Mainz, se dio una situación ambivalente. Por un lado, un
grupo de hinchas protestó en las inmediaciones del Rhein Energie
Stadion, donde exhibieron pancartas con las inscripciones «Nuestro
dinero es más importante que tu salud» y «Bundesliga a cualquier
precio».